Un mejor comienzo
Lo supo con tan solo cruzar el umbral de la puerta. Supo lo que estar ahí dentro
implicaba.
Tragó en seco y dio un paso más, con firmeza. Estaba en el hospital.
Antes de continuar con su camino, volteó para mirar –como si de verdad pudiese verlos- los vicios que habría dejado del otro lado de la puerta.
El cigarrillo matutino, el trago de vodka en el almuerzo para animar el día, la plata del alquiler en mesas de poker, el repertorio de excusas para su impuntualidad, la esnifada ocasional y las putas.
Como si hubiese atravesado un espectro desparasitante, se sintió ligero y caminó hacia adelante.
-¿Quiere sostenerlo?- le preguntó la enfermera al verlo llegar.
Pensó en aquellas veces que aseguró cambiar “sólo si es que ese día llega. Entonces lo consideraré... quién sabe, a lo mejor y lo haga”, y sentir que en efecto este día nunca llegaría.
-Por supuesto.- le contestó con la voz débil y el alma blanda.
La enfermera puso el bebé en sus brazos. Encajó perfecto en ellos, como su hubiese sido mandado a hacer a su medida.
Es verdad que él nunca fue el mejor tipo, pero sin duda sería un mejor padre.
Daniel Franco Sánchez
Ilustración por Álamo Haydar