El aire estaba cargado de humo, la mesa llena de copas y gotas de vino. Sonaba “Oh! Sweet Nuthin’” de The Velvet Underground por debajo de ocho voces enfrascadas en una conversación.
En una esquina del sofá Juan seguía la melodía con su guitarra. Se terminó la canción pero él siguió con un solo de guitarra frenético. Los dedos subían y bajaban por los trastes y la púa pareció poder romperse en cualquier momento. La habitación se silenció para escuchar el punteado que terminó con una nota aguda. Juan levantó la cabeza para encontrarse con todas las miradas y el silencio. Satisfecho, soltó una carcajada.

 

Alai Ormazabal