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Asterión
Caminaba desesperado por entre los matorrales. Tenía que volverlo a intentar, así que sacó un cigarrillo y se lo puso en el hocico. Con la otra pezuña intentó sostener el encendedor pero éste se le volvió a caer.
Soltó un suspiro y se lamentó, “si tan sólo mi madre no hubiese sido una calentona”.
Daniel Franco Sánchez

Ilustración por Álamo Haydar
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